sábado, 6 de enero de 2024

REALISMO




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LA REGENTA_ADAPTACIÓN

TÉCNICAS NARRATIVAS EN LA NOVELA REALISTA  

§  El narrador omnisciente se combina con diferentes perspectivas de los personajes.

§  En ocasiones se emplean técnicas como: la técnica epistolar (en forma de cartas), la técnica del manuscrito encontrado (autor como editor), o técnicas de la novela histórica (como la de intercalar referencias a personajes y lugares reales). También, además de los personajes principales detalladamente caracterizados, aparecen numerosos secundarios (para crear ambientes y para servir de contrapunto a los principales).

§  Además del texto del narrador, debemos fijarnos en las intervenciones de los personajes. Éstas pueden adoptar la forma del estilo directo, indirecto o indirecto libre. En ocasiones se usa el monólogo interior. Veamos en qué consisten:

  Estilo directo: se reproducen las palabras o pensamientos del personaje tal como se supone que los formula. Se emplea un verbo introductorio (a veces se omite para agilizar el paso de la narración al diálogo). Este verbo suele ser: decir, responder, apuntar, alegar, comentar, etc. (verbos de lengua o pensamiento). Se utilizan dos puntos y/ o comillas o guiones para introducir las palabras del personaje:

Juan preguntó: “¿Vendrá Pedro?  /  Juan aseguraba: - Mañana iré.  / Me dije: “Esto no tiene arreglo”.  /  Se arrepintió de sus sospechas y pensó: “Confiaré en ella, tengo que confiar”.

  Estilo indirecto: se modifican los verbos, los determinantes, los pronombres… al reproducir las palabras o pensamientos del personaje porque la perspectiva es la del narrador, no la del propio personaje. No se emplean dos puntos ni comillas, sino un nexo (que o si) subordinante:

Juan preguntó si vendría Pedro  /  Juan aseguraba que iría al día siguiente.  /   Me dije que aquello no tenía arreglo.  /  Se arrepintió de sus sospechas y pensó que confiaría en ella, que tenía que confiar”.

  Estilo indirecto libre: es una fórmula que se utiliza en narraciones literarias. Utiliza la estructura del indirecto pero eliminando el nexo. Al igual que en el estilo directo, hay a menudo pausa delante de las palabras o pensamientos del personaje (que es lo que aparece en indirecto libre), pero a diferencia de los otros dos estilos, falta el verbo introductor (o, como mucho, aparece después). En algunos casos, se mantienen las comillas para facilitar la interpretación del lector:

¿Vendría Pedro? Juan se lo preguntaba.  /  Estaba seguro. Iría mañana. /  Se arrepintió de sus sospechas: confiaría en ella, tenía que confiar.

Estilo indirecto libre: Con este artificio literario, la narración se aligera, evitando la pesadez que supone repetir el verbo introductor (dijo, pensó, supuso...) Y la conjunción que. Permite, además, una penetración del punto de vista del autor en lo que el personaje dice o piensa, como si el autor y el personaje fueran la misma persona. Su empleo se impuso en el siglo XIX.

En La Regenta, la protagonista, Ana Ozores, acaba de leer un texto de San Agustín, cuyo contenido le parece convincente:

-Es verdad, es verdad -pensaba ella arrepentida.
Pero entonces hacía falta otra cosa. Aquel vacío de su corazón, ¿iba a llenarse? Aquella vida sin alicientes, negra en lo pasado, negra en lo porvenir, inútil, rodeada de inconvenientes y necedades ¿iba a terminar?

La primera oración está en estilo directo, con su verbo introductor pensaba. El autor pasa, a renglón seguido, al estilo indirecto libre. Si hubiese continuado Clarín con el estilo directo, habría quedado así:

-Es verdad, es verdad -pensaba ella arrepentida-. Pero entonces hace falta otra cosa. Este vacío de mi corazón, ¿va a llenarse? Esta vida sin alicientes, negra en lo pasado, negra en lo porvenir, inútil, rodeada de inconvenientes y necedades ¿va a terminar?

Es el autor quien penetra en la mente de Ana para hacerla pensar más profundamente; pero él le presta su estilo. La forma de pensarlo es de Ana Ozores, y la forma de escribirlo es de Clarín. El autor, así no sólo cuenta lo que pasa, sino expresa su propio punto de vista a través de los personajes.

En el siguiente texto, de la misma novela, se mezcla el estilo indirecto y el indirecto libre (en cursiva):

Don Pompeyo Guimarán salió del cementerio el último. Era su deber. Había cerrado la noche. Se detuvo solo, completamente solo, en lo alto de la cuesta. A su espalda; a veinte pasos tenía la tapia fúnebre. Allí detrás quedaba el mísero amigo, abandonado, pronto olvidado del mundo entero; estaba a flor de tierra..., separado de los demás vetustenses que habían sido, por un muro que era una deshonra; perdido, como el esqueleto de un rocín, entre ortigas, escajos y lodo... Por aquella brecha penetraban perros y gatos en el cementerio civil... A toda profanación estaba abierto... Y allí estaba don Santos..., el buen Barinaga, que había vendido patenas y viriles... y creía en ellos... en otro tiempo. ¡Y todo aquello era obra suya... de don Pompeyo; él, en el café-restaurante de la Paz, había empezado a demoler el alcázar de la fe... del pobre comerciante...!
Un escalofrío sacudió el cuerpo de Guimarán. Se abrochó. Había sido otra imprudencia venir sin capa.

La situación del personaje Guimarán es dramática: por una parte, el dolor de haber perdido a un amigo; y, por otra, la responsabilidad de haber destruido su fe, por lo que no es enterrado al lado de sus vecinos.

Aparece el estilo indirecto libre en la primera línea. Podía haber escrito Pensó: es mi deber (estilo directo), o pensó que era su deber (estilo indirecto). Después se extiende un monólogo interior en dicho estilo, porque el escritor comparte las mismas reflexiones e ideas que el personaje. Los puntos suspensivos no serían necesarios en el estilo indirecto; en el directo o en el indirecto libre marcan las vacilaciones. 


Al final vuelve al estilo indirecto, y acaba con el indirecto libre. En directo sería: Se abrochó pensando: Ha sido otra imprudencia venir sin capa. Y en indirecto: Se abrochó pensando que había sido otra imprudencia venir sin capa. En ambos casos, el autor sería ajeno al personaje, y el lector se alejaría también más.

Monólogo interior: Técnica mediante la cual se da a conocer directamente el pensamiento no pronunciado del personaje. Éste manifiesta su interioridad. Si además lo hace en desorden, con asociación libre de las ideas, hablamos de Flujo o corriente de conciencia (ésta última es propia de la novela contemporánea, posterior al Realismo). En cualquier caso, se suele emplear una sintaxis poco estructurada, para reflejar cómo se van hilvanando los pensamientos en la conciencia.

Laura enseguida me lo nota. Has estado de servicio. Y es que no lo aguanto, se me hunden los ojos y tardo tres días en reponerme. Tomaré otra píldora. Gracias a que sé tomar las píldoras sin agua y no como esos que se atragantan. A lo mejor es que tienen la garganta atrofiada. Y ya me está viniendo el latigazo a la cabeza. Tengo que convencerla de que en Alicante, tomando el sol en la tripa…

MÁS EJEMPLOS

1)  Ayer vino Gertru. No la veía desde antes del verano. Salimos a dar un paseo. Me dijo que no creyera que porque ahora está tan contenta ya no se acuerda de mí; que estaba deseando poder tener un día para contarme cosas. Fuimos por la chopera del río paralela a la carretera de Madrid. Yo me acordaba del verano pasado, cuando veníamos a buscar bichos para la colección con nuestros frasquitos de boca ancha llenos de serrín empapado de gasolina. Dice que ella este curso por fin no se matricula, porque a Ángel no le gusta el ambiente del Instituto. Yo le pregunté que por qué, y es que ella por lo visto le ha contado lo de Fonsi, aquella chica de quinto que tuvo un hijo el año pasado. En nuestras casas no lo habíamos dicho; no sé por qué se lo ha tenido que contar a él. Me enseñó una polvera que le ha regalado, pequeñita, de oro.
                        Carmen Martín GaiteEntre visillos

ESTILO INDIRECTO: Son las palabras del narrador –y no las del personaje- las que se reproducen. Lo que dice el personaje es contado desde la perspectiva del narrador que, incluso, llega a resumir las palabras del personaje. Como en el estilo directo también hay verbum dicendi introductor que, en este caso, se convierte en el verbo principal de una subordinada sustantiva de complemento directo.



2)  Y cuando el espectro de la necesidad se le aparecía y susurraba en su oído con terrible cifra el conflicto económico del día siguiente, doña Pura se estremecía de pavor, diciendo: «No, no; antes las camisas que las cortinas»Desnudar los cuerpos le parecía sacrificio tolerable; pero desnudar la sala... ¡eso nunca! Los de Villaamil, a pesar de la cesantía con su grave disminución social, tenían bastantes visitas. ¡Qué dirían estas si vieran que faltaban las cortinas de seda, admiradas y envidiadas por cuantos las veían! Doña Pura cerró los ojos queriendo desechar la fatídica idea y dormirse; pero la sala se había metido dentro de su entrecejo y la estuvo viendo toda la noche, tan limpia, tan elegante..
Benito Pérez GaldósMiau

INDIRECTO LIBRE: Permite reflejar de forma convincente los pensamientos del personaje sin prescindir de la 3ª persona del narrador (el pensamiento de doña Pura contado por el narrador). Gramaticalmente se caracteriza por el uso del imperfecto de indicativo, la reconversión de la persona “yo” en la persona “él”, la afectividad expresiva proporcionada por interrogaciones, exclamaciones, léxico propio del personaje… Además, falta el verbum dicendi introductorio. Es decir, el discurso aparece formando parte del discurso del narrador, pero la perspectiva y el lenguaje son característicos del personaje.


          

3)  Y como la esperanza reanimaba todo su ser dándole un inquieto hormigueo, lanzose al dédalo oscuro de los pasillos. «La combinación... la plantilla nueva... dar entrada a los funcionarios inteligentes, y además de inteligentes, digo yo, identificados con... ¡Dios mío!, inspírales, mete todas tus luces dentro de esas molleras... que vean claro... que se fijen en mí; que se enteren de mis antecedentes. Si se enteran de ellos, no hay cuestión; me nombran... ¿Me nombrarán? No sé qué voz secreta me dice que sí. Tengo esperanza. No, no quiero consentirme ni entusiasmarme. Vale más que seamos pesimistas, muy pesimistas, para que luego resulte lo contrario de lo que se teme. Observo yo que cuando uno espera confiado, ¡pum! viene el batacazo. Ello es que siempre nos equivocamos. Lo mejor es no esperar nada, verlo todo negro, negro como boca de lobo, y entonces de repente ¡pum!... la luz... Sí, Ramón, figúrate que no te dan nada, que no hay para ti esperanza, a ver si creyéndolo así, viene la contraria... Porque yo he observado que siempre sale la contraria... Y en tanto, mañana moveré todas mis teclas, y escribiré a unos amigos y veré a otros, y el Ministro... ante tantas recomendaciones... ¡Dios mío!, ¡qué idea!, ¿no sería bueno que yo mismo escribiese al Ministro?...»
Benito Pérez Galdós, Miau
MONÓLOGO INTERIOR: Es el discurso con el que el personaje expresa su pensamiento más íntimo, casi subconsciente, a través de frases directas de sintaxis elemental. Se caracteriza porque no va dirigido a ningún interlocutor, sino a sí mismo. En este texto Villamil, personaje de Miau, va desgranando sus pensamientos y reflexiones por los pasillos del Ministerio.

TÉCNICAS NARRATIVAS


En los siguientes pasajes (adaptados de novelas contemporáneas), distingue las diferentes técnicas narrativas:

a) Se asomó al balcón. Caían unas gotas de lluvia. Tenía mal gusto en la boca, dolor de cabeza. Ella había dicho que volvería pronto. No iba a esperarla, nada de eso.
Bastante tenía con soportarle sus estupideces.


b) Dejó caer la mano de su mujer. Pensó que el matrimonio había terminado. Lo pensó con tristeza, con alivio. Era libre. Él, Séptimo, era libre, ya que su mujer había tirado el anillo de bodas...
¿Por qué? -preguntó.

Pero ella no lo oía. Era libre, sí, ahora, sí. Una de las niñas lo estaba mirando atentamente.

b) Parecía una letanía, agobiadora y lenta como las noches de vino, despaciosa y cargante, como las andaduras de los asnos.
Y así un día, y otro día, y una semana y otra...¡Aquello era horrible, era un castigo de los cielos, a buen seguro, una maldición de Dios!...


d) Cierta noche Andrés escuchó un agitarse inusitado en el cuarto debajo del suyo. Algo sucedía. Su atención se adhirió a la voz de su abuela que se quejaba suavemente al comienzo, y que después dio un débil gemido de dolor. Sobrecogido, se sentó al borde de su lecho, con sus pies metidos en las pantuflas. Aguardaba. ¿Y si su abuela muriera? ¿Si muriera allí mismo, ahora, esta noche? Sensibilizados de pronto, sus nervios vibraron a lo largo de todo su cuerpo...¿No sería esa la solución de todo?...Lo invadió una alegría salvaje... Lourdes, Estela ⎯Estela sobre todo⎯ se dispersarían a los cuatro vientos en el momento en que la nonagenaria respirara por última vez... Pero el terror de la nada se abalanzó sobre él...¡Su abuela no debía morir! No debía, porque entonces Estela partiría con su muchacha a comenzar una vida, mientras él se quedaba puliendo y dando vueltas entre sus manos, para admirarlos, su diez hermosos bastones. (José Donoso, Coronación)


e) La cadena de la boza, con la marejada, corría las aletas de popa. El barco levantaba mucho la proa. Simón Orozco pensaba en un mal embarre de la red. Temía que cogiera fondo y no se enganchase, porque llevaba el arrastre con dificultad.
Macario Martín y el contramaestre Afá salieron de la nevera. Colocaron la tapa de madera, después la cobertura de hierro. 



PRESENTACIÓN REALISMO_REPASO

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